Me cuesta leer la Biblia

Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido. Salmo 119:92

La triste realidad es que no siempre estamos de ánimo para sacar un tiempo con la Palabra, hay situaciones que nos agobian, problemas que nos hacen dudar del control de Dios sobre nuestras vidas y esto nos desmotiva; por eso llegan días donde no leer la Biblia se vuelve un hábito al que luego tenemos que desacostumbrarnos.

Llegan días que nos cuesta abrir ese libro lleno de sabiduría y verdad cuando la vida nos golpea. Nos sentimos lejos de Dios y su Palabra por eso nos llevamos de la dejadez y no tenemos ese deseo de estar en contacto con el Señor, porque de alguna manera nos preguntamos a nosotros mismos:

¿Para qué leerla si no me está yendo bien? O ¿por qué leerla si a pesar de sus consejos me va mal? Ahora bien… ¿quién dijo que siempre nos iría bien? ¿Acaso olvidamos que en este mundo tendremos aflicciones? ¿Quién dijo que debemos dejar de leerla cuando las cosas vayan mal? Todo lo contrario, ahí es cuando más necesitamos tener ese encuentro con ella.

Si has luchado o tienes esa lucha te invito a pensar en esto:

  • Nos vaya bien o nos vaya mal si somos hijos de Dios necesitamos su Palabra.
  • Nuestro encuentro con la Biblia no debe depender de las circunstancias.
  • Si no la leemos seremos un blanco fácil para Satanás y sus maquinaciones (2 Corintios 2:11).
  • Estaremos muy, pero muy vulnerables frente a las tentaciones (Efesios 6:10-11).
  • Es una prueba tangible de que amamos verdaderamente a Dios (Juan 14:15).
  • ¿Cómo enfrentaremos sabiamente las adversidades si no nos apoyamos en ella?

El mismo Jesús siendo hijo de Dios después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches tuvo hambre y fue llevado al desierto, el Diablo sabiendo que tenía una necesidad aprovechó para tentarle pero Jesús sabiamente lo derrotó con el poder de la Palabra… ¿qué hubiera ocurrido si lo mismo nos hubiera pasado a nosotros? hubieramos respondido ¿escrito está? El Señor leía lo que hasta ese momento se había escrito de la Biblia, meditaba en ello y lo memorizaba. Fue así entonces que Satanás lo dejó y no volvió más.

Si estamos muy desmotivados por cosas que nos han pasado y nada nos hace volver al libro sagrado, seamos honestos con Dios y roguémosle que nos devuelva el interés y el amor hacia ella, o pidámosle ayuda a un creyente firme para que juntos en el Señor llevemos esa carga… no hay por qué enfrentarlo solos.

Tomemos en cuenta que personajes de la Biblia probablemente sintieron lo mismo que nosotros pero en lugar de alejarse se acercaron, porque allí encontrarían palabras de aliento, consuelo, paz y ánimo. Salmo 119: 50-52 Ella es mi consuelo en mi aflicción, porque tu dicho me ha vivificado. Me acordé, oh Jehová de tus dichos antiguos y me consolé.

La única palabra que puede llevarnos de un estado a otro es la Biblia porque su poder transformador nos puede vivificar y sacar de situaciones que nos estén robando la paz y el gozo que se encuentran solo en el Señor. Por lo que si te está costando leer la Biblia o no la estás leyendo te animo a que no esperes a sentirte mejor, hazlo hoy, empieza ahora. ¡Confía en su poder transformador!

‘’Leer la Biblia es como tomar aire fresco durante el verano, como el agua que sacia la sed en el desierto, la fuente que nos reanima y vivifica cuando el viento no está a nuestro favor. Corramos a ella como el primer recurso cuando nos sintamos desalentados, tristes o alejados’’.