Sean agradecidos
Para muchos es más fácil vivir quejándose que ser agradecidos con las cosas que Dios les da, y con aquellas cosas que Él permite que les suceda. ¿Realmente tenemos un corazón agradecido? O ¿abunda más la queja y la insatisfacción? ¿Qué es mejor…adorar o quejarse? Muchos sin pensarlo podemos decir que adorar, pero… ¿en verdad es así? Por años me quejaba por vivir en la misma casa desde que prácticamente nací, siempre ví las mismas cuatro paredes y eso me parecía aburrido, porque estaba concentrada solamente en ver mis deseos de mudarme hacia a otro lugar, y conocer nuevas personas, pero nunca agradecí el techo que me cobijó de la lluvia, el techo que me protegió del Huracán George y sus fuertes ráfagas, y sobre todo nunca agradecí a Dios por simplemente tener un hogar. Rara vez pasó por mi mente alabar y dar gracias por esas paredes y ese techo que me protegió del sol, privilegio que no todos poseen.
Así que no es tan fácil como parece tener y cultivar un corazón agradecido, aún más cuando pasamos por fuertes etapas de nuestra vida, por difíciles problemas y cuando a veces no contamos si quiera con buena salud. Ante todo esto protestar, amargarnos, entristecernos o llorar destruye lentamente nuestro corazón, nos aflige y nuestra intención de obedecer la palabra se ve tronchada.
1 Tesalonicenses 5:18
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con los hombres en Cristo Jesús.
Alguien dijo: Un corazón agradecido es un corazón pleno, mientras que un corazón desagradecido está vacío. Aun teniendo mucho menos que los demás las personas agradecidas disfrutan de un sentido de plenitud; pero si las personas no son agradecidas, poco importa todo lo que tengan, siempre vivirán con un vacío tortuoso en el corazón.
Ser agradecidos es una hermosa forma de hacerle ver a Dios que estamos contentos con cualquiera que sea nuestra situación por muy gris y oscura que sea, y que ponemos todo en sus manos para descansar en él. Contrario a esto podemos mencionar la queja, la amargura, el egoísmo, la desilusión y la pena como resultado de no vivir en gratitud.
El hombre o la mujer que no agradece a Dios por la forma en que Él satisface sus necesidades, con facilidad acusan y culpan a nuestro buen Dios. Como yo al recriminarle a y contender con Él por permitir que viviera en mi antigua casa por veinticinco años, ¡qué mal agradecida fui!Al rechazar lo que ya había dispuesto Dios, la persona desagradecida está solo a un paso de satisfacer sus necesidades de forma ilegítima, en mi caso que muchas veces quise irme de la casa hacia otro lugar, con o sin la aprobación de mi madre, solo por la insatisfacción de tener toda la vida ahí aparte de que también me avergonzaba.
Con todo esto ¿qué ha decidido usted? Adorar por las cosas que tiene y que Dios le da, o vivir quejándose por no recibir lo que a usted le satisface pero no proviene Dios y por ello no lo obtiene? De ahora en adelante decida dar gracias en todo porque esa es la voluntad de Dios en Cristo Jesús.