Por Su Misericordia

Uno de mis versículos favoritos se encuentra en Lamentaciones 3:22-23, un libro que regularmente no se trata desde el público, o al menos yo no he escuchado un estudio o sermón acerca del mismo. Pero al leer por primera vez esos versos me apropié de ellos y no me canso de refrescarlos en mi mente.

Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias; nuevas son cada mañana. ¡Grande es su fidelidad!

Si estamos donde Dios nos ha permitido estar es por su misericordia, por lo piadoso que ha sido con nosotros a pesar de nuestra naturaleza pecaminosa, Dios ha sido amplio en perdonar, ha mostrado ser un padre enteramente clemente. Nos da consuelo saber que la misericordia de nuestro Dios es para siempre, no termina, es inagotable; no es como nuestra paciencia que llega a tener límites.

El salmo 136 es una continua exclamación de alabanzas por la misericordia de Dios, además nos enseña su  grandeza, poder y proezas,  nos recuerda nuestra enorme debilidad y frágil condición. Pareciera un canto de constantes bramidos que terminan en: ¡Porque para siempre es su misericordia!

David en el salmo 138:2b nos refresca que la misericordia de Dios es para siempre, no tiene fin, es desde la eternidad hasta la eternidad. Esto debería llenarnos de gozo y paz al saber que por esa cualidad, Dios no nos paga conforme a nuestros hechos y no recibimos el castigo que realmente merecemos.

 Pidamos misericordia con humildad

Hay una historia sobre un hombre llamado Bartimeo en Marcos 10:46 -52, que nos muestra la humildad de este, al reconocer su necesidad puesto que quería que Jesús se acercara y tuviera compasión de él. Bartimeo era ciego, su falta de visión era su limitante aparte de que era méndigo. Él solo había escuchado sobre Jesús, pero lo que había oído era suficiente para creer, pues al pasar no tardó en gritar: ¡Jesús, Hijo de David ten misericordia de mí! La multitud lo mandaba a callar y aun así el vociferaba más fuerte: ¡Jesús Hijo de David ten misericordia de mí!

Lo que quiero resaltar de esta historia es que:

  • Con la popularidad de Jesús Bartimeo había escuchado sobre los milagros que había hecho.
  • Estaba consciente de su necesidad.
  • Clamó por algo realmente importante (recuperar la vista).
  • No demandó ser sanado, sino que fue con humildad.
  • Y si algo ocurriría sería por la misericordia del Señor, no por una exigencia de él.

“Pidamos misericordia con humildad, El Señor no nos debe nada; nosotros le debemos todo’’.

Con todo esto la fe de Bartimeo movió el corazón de Jesús, y por ello Jesús tuvo piedad, bondad, clemencia y compasión de él,  de tal modo que recibió la vista y enseguida siguió a Jesús.

Recordemos que por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos y aunque ÉL posee esta hermosa característica no deja de ser, justo y recto. Así como Dios expone su misericordia, bondad y amor; también nos deja claro en su palabra cuando no andamos conforme a sus pasos. ¡Alabemos con todo el corazón, y demos gracias al Señor porque su misericordia es para siempre y se renueva cada mañana!.