Retrospetiva

Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo. Salmos 103:14

No caben dudas de que toda esta realidad del COVID-19 ha despertado a muchos cristianos en cuanto a su vida y relación personal con el Señor, ha sensibilizado al más insensible, los incrédulos están rogándole a Dios que los libre y las grandes potencias han reconocido que no son tan fuertes.

El primer Ministro de Italia lloró y explicó que es la situación más difícil que han enfrentado, el gobierno de España anticipó que lo peor está por venir y China aún no se recupera. República Dominica ha sido bendecida y protegida por Dios, pues en varias ocasiones ha sido librada de grandes catástrofes como terremotos, tsunamis y huracanes.

Sin embargo hoy en día ya nos tocó recibir algo de lo que el mundo padece, nos tocó vivir de cerca un enemigo silente que ha atemorizado a toda la humanidad. Esto nos enseña lo vulnerable y frágil que somos. Veamos esta pandemia como una oportunidad de acercarnos más a Dios y volvernos a Él.

“La confianza no solo viene en tiempo de paz; también en la aflicción debe ser probada’’. 

Es tiempo, más que nunca, de estar en su presencia, buscar su rostro, tener una relación de intimidad mejor que antes, que lo conozcamos  como a un mejor amigo y que despertemos al llamado que Dios nos hace al permitir que pase esto. Pero cuando todo termine procuremos no  seguir igual.

Recordemos de dónde venimos y hacia dónde vamos, recordemos que no es un para siempre, por eso valoremos cada abrazo de un hermano, cada saludo, cada encuentro, cada reunión ministerial, cada ensayo, cada oportunidad de decir amén ante una bendición, cada culto, cada predica, y sobre todo a ese que te regala una sonrisa aunque en la semana le haya ido mal.

¿Qué es su vida? Ustedes son como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece. Santiago 4: 14b (NVI)

No sabemos qué tiempo nos queda en la tierra por lo que cada día es más urgente llevar el mensaje de salvación, llevar mensajes de paz y aliento, decirle a la gente que en Cristo hay esperanza, mostrar empatía y orar por las familias que están afectadas, que han perdido seres queridos, que no cuentan con recursos para lo básico y por los que se sustentan con el trabajo del día a día.

Todo mortal es como un suspiro; sus días son fugaces como una sombra. Salmos 144:4 (NVI)